17 de enero de 2010

Carrera Internacional Noche de San Anton

La cita jienense de San Antón se ha hecho esperar y es que una carrera tan anunciada, con tanta expectación, una carrera que había sido protagonista de muchas charlas durante los rodajes y viajes en coche, no podía sino mantener nuestra ilusión siempre viva, tanto para los que ya la conocían como para los que nos estrenábamos. Por eso, creo que no hubo retrasos en el andén de la estación de autobuses (y si los hubo pasaron inadvertidos) y a eso de las 14.30 horas el microbús de Parra ya iba camino de Jaén.En poco más de hora y media, el paisaje cambió las cepas por los olivos, con una disposición semejante, en hilos, aunque en campos inclinados, que nos advertían sigilosos del perfil de nuestra esperada cita. Dentro del microbús, anécdotas, algún que otro chiste y mucha risa nerviosa por la cita. Como siempre, el gallinero estuvo animado y no dudó en bromear con las filas delanteras, las cuales respondían sin compasión a las balas de los José Enrique, los Román y Ginés. Francisco, Pepe, Juanjo, Eugenio, Juan José, Juan y un servidor completaban el elenco de atletas (¡pasa al fondo, atleta!) que se preguntarían, horas más tarde, quién había puesto esas cuestas en medio de la carrera.
Tras la parada técnica, llegamos a Jaén con horas de antelación, sí, sí, horas. Tiempo de sobra para recoger dorsal, colocarlo tranquilamente, dar una vuelta, dar dos, volver al autobús, pensar si nos cambiamos o no, hablar con gente, volver a hablar y, al fin, empezar a calentar más que nada para desengrasar las piernas tras el trayecto realizado. Trote ligero y, en seguida, a colocarnos en el cajón de salida, donde formábamos parte de la marabunta que tomaría la salida, justo tras los pasos de la élite atlética, citada también en Jaén. 3.651 personas "abultan" y la salida fue estresante, buscando hueco, evitando codazos, evitando darlos, jugando con los pies. Nuestro grupo se diseminó pronto. Ginés se puso el casco de minero y abrió vía adelantándose, Eugenio y yo mismo intentamos emularlo pero tuvimos más dificultades. En el flanco derecho, los Gallego, José Enrique, Román, Francisco, Juan y Juan José hacían lo propio.




Y llegó el final del primer kilómetro cuando entramos en un túnel subterráneo y las 3.651 personas gritamos al recorrerlo y las no sé cuantas miles de personas congregadas en la calle hicieron lo propio. Recuerdo los pelos de punta al oir el estruendo (jamás escuché o viví algo parecido). Aquello nos acompañaría durante todo el recorrido ya que durante todos los metros que recorrimos nunca dejó de haber gente, cientos, miles de personas, ocupando la calzada, estrechándola al estilo Tour de Francia, animando, gritando. Sencillamente, increíble, y necesario para abordar las cuestas que se nos presentaron del kilómetro dos al seis, largas, empinadas, duras, muy duras, que nos hicieron ser conscientes de nuestras piernas, más que nunca. Tras la subida, bajadas de vértigo, rápidas, muy inclinadas, peligrosas, viradas (Ginés bajaba sacando la rodilla al estilo MotoGP). Y para postre, último kilómetro, subida, suave pero constante; la recordaremos.







Recordaré esta carrera toda mi vida, por la gente apilada en las aceras, volcada en la calzada, durante los casi 10.000 metros, durante cada uno de ellos, sin huecos, sin silencios, sin descanso. Recordaremos la carrera de San Antón, la jienense, por su dualidad, belleza y dureza, noche y antorchas, público y corredores. Inolvidable.Tengo por seguro que, durante el viaje de regreso, todos habíamos comenzado ya la cuenta atrás. El año que viene, la jienense volverá a tenernos entre sus calles. " Ramon Castro.



2 comentarios:

CLUB ATLETISMO SOCUELLAMOS dijo...

Q buena pareja hace Francisquete con Marta¡¡¡¡¡

Juan Carlos dijo...

Que envidia¡¡¡Como lo tuvisteis que pasar¡¡¡¡Bendita la hora que se me ocurrio jugar al dichoso futbol¡¡¡¡¡¡